15 oct 2012

Allá y Acá, y Ningún Lugar.

Hay cosas que vienen y se quedan, otras que vienen y se van, hay cosas que pasan de largo y otras que ni siquiera llegan, que son como historias de antaño que nos contaron en nuestra niñez, algo así como mitos. 
También hay lugares. Lugares a los que llegamos, nos vamos o nos quedamos, lugares que sólo vemos su cartel de bienvenida, pero no son nuestro destino y lugares a los que nunca iremos, los cuales se convierten también en ese mito que está más allá de nosotros. También tenemos el lugar al que llegamos en nuestro nacimiento y del que nunca nos movimos, a pesar de estar en otro lugar completamente diferente. 
Todo en la vida es un sin fin de idas y venidas, de estancamiento y a la vez de movilización. Recorremos distintos caminos, distintas distancias y sin embargo siempre estamos en el mismo lugar, el lugar al que pertenecemos. Es nuestro corazón el que se queda allí. 
Cada uno de nosotros se mueve por diferentes lugares, rutas y momentos. Nuestros pensamientos incluso tienen el mismo funcionamiento, pensamos a toda hora y en todo momento, pensamos una cosa, otra cosa, pensamos lo contrario a lo que veníamos pensando, enviamos pensamientos y también los recibimos.
Todo es un ir y venir de energía que fluye en nuestro derredor, entre nosotros y en nosotros. Cada pequeña y gran acción de estas es lo que nos hace, nos forma y nos mantiene. 
Yo se que todos y cada uno de nosotros pensó en esto aunque sea una vez.
Y quizás, ustedes no entiendan el por qué de esto que escribo ni encuentren una conclusión, sinceramente, ¡yo tampoco! Tal vez, porque yo también sea un mito.
En todo caso, ¿no lo serán también ustedes?