26 oct 2008

Miedo y Duda: Enemigos del Humano Guerrero



Guerreros. Todos somos guerreros. Nuestra guerra es la Vida y debemos vencer a dos eternos enemigos: el Miedo y la Duda. Es recomendable vencerlos cuanto antes, pues que nuestra vida se convierta en la Guerra de los 100 Años no es una manera viable de disfrutarla.
La Muerte, nuestra sabia consejera, está acechando en todo momento, a nuestra izquierda, siempre está preparada para decirnos que todavía no nos ha tocado, que aún hay Tiempo para vencer al Miedo y la Duda. Solo debemos darnos la vuelta, preguntarle y ella nos responderá.
El Miedo y la Duda han sido siempre eternas molestias del ser humano. El Miedo. El Miedo es una emoción que capta un sentimiento desagradable causado por una conmoción sobre algún peligro cercano, que puede ser real o imaginario. Surge al ver la diferencia de determinadas situaciones que por lo que aprendimos pensamos que serían diferentes. En el proceso evolutivo de nuestro aprendizaje y vivencia de nuevas experiencias, no tenemos la certeza de que vendrá luego, y ahí es donde el hombre se encuentra con ese enemigo, Miedo. ÉL está vigilando cada movimiento que hacemos, es omnipresente; poco a poco se apodera de nuestro intelecto y nuestra mente, toma control de nuestro tiempo y nos sentimos presionados.
Debemos aprender a afrontar el temor, solo así el Miedo se dará cuenta de que no vale la pena perseguirnos si ya no nos causa pánico. No debemos echarnos a correr, así entonces el enemigo sabrá que a logrado su cometido. Es difícil, pero es la única manera. Y entonces, en el primer intento de afrontarlo, siempre caeremos, y ahí es cuando entra el segundo enemigo: la Duda.
Dubitatis*, el nuevo enemigo, es la caballería pesada del Miedo. Vencer la duda es la parte más dura de nuestra guerra, vencer al Miedo es el primer paso para vencer la Duda, el Miedo es quien crea la duda. Ante el primer vástago del contrincante no sabremos que pasará, ¿podremos obtener su cabeza, o será al revés? En ese mismo instante, el Miedo se apodera de nosotros, allí debemos actuar inmediatamente, poner el pecho y vencer, o quedarnos esperando y vacilar sobre el hecho, y caer en las garras del Miedo y la Duda, es decir, morir.
Entonces, el Miedo aparece, y en el momento que no queremos salir al ataque, aparece la Duda, dudamos cada movimiento, cada acción, ¿ataco, salgo a obtener mi honor o espero a que venga por mí y me haga su esclavo y morir? Ninguna de las dos cosas, no hay que pensar, sólo actuar, impulsarnos hacia delante previamente sabiendo que tenemos toda la Fe en nosotros mismos y que no nos detendrán. Sólo teniendo confianza en nosotros saldremos a atacar sin pensarlo y salir victoriosos; no es tarea fácil, pero con la práctica podemos, lo sabemos, lo sentimos. El Miedo y la Duda son parte de nuestra Naturaleza, pero también es parte de nuestra Naturaleza confiar en nosotros mismos, pero no confiarnos. Resalto: confiar en nosotros mismos no es lo mismo que ser confiados, confiar en nosotros mismos es saber que saldremos adelante y triunfaremos, en cambio, ser confiados es ser egocéntricos obstinados, esa es la confianza que no sirve en el campo de batalla. Para vencer al Miedo, debemos salir hechos de acero y matar a todo vástago que aparezca, y para vencer a la Duda debemos tener solamente Fe en nosotros y en nuestras acciones.
Cuando nos adentramos profundamente en la guerra, hay tres finales distintos posibles:

-El primero, desistir, convertirnos en desertores, abandonar el encuentro y convivir hasta nuestros últimos días con el Miedo y la Duda, y la amiga a nuestra izquierda, que con su toque nos recordará que tuvimos el Tiempo justo en relación a nuestra capacidad para vencer a nuestros enemigos.

-El segundo, luchar, y si no vencemos, debemos aceptar la derrota; ese momento es el aviso a la muerte de que ha llegado la hora. Debemos morir en batalla e iremos a Valhalla*.

-El tercero y último final, el deseado por todos pero concretado por pocos, es el del guerrero triunfante, el vencedor de la guerra por la vida ideal, en la cual las desgracias y las decisiones no son más que un complemento para saber qué rumbo es el indicado.


Luego de vencer, sabemos que la Muerte siempre estuvo a nuestra izquierda, y que es el fin de una etapa y el inicio de otra.
Durante nuestra guerra, cuando nos ataca la duda y titubeamos, sentimos un escalofrío en la médula, es la Muerte diciendo a nuestro oído “todavía no te ha tocado”. Cada uno de esos escalofríos que aparecen en momentos clave, la Muerte nos avisa que todavía hay Tiempo. Por eso, no debemos dejar que el Miedo y la Duda nos controlen; si vencemos a tiempo, el resto de nuestra vida seremos guerreros con honor, sin miedos ni incertidumbre y podremos apoyar a otros en su guerra personal para que puedan obtener su propia medalla.

*Dubitatis, vacilación en latín.
*Valhalla, en la mitología nórdica, paraíso a donde van los guerreros que mueren en batalla.

Por Captain Deep Space

2 oct 2008

UNA REALIDAD APARTE

UNA REALIDAD APARTE
Cada vez entiendo menos en qué realidad estoy, no sé si es buena o si es mala, no sé si en verdad existe o si es solo el reflejo de un mundo paralelo, una matriz; simplemente no lo sé.
¿Descubrir qué se siente ser diferente? ¿Qué se siente saber que algo nuevo comienza, y que no se puede cambiar? Saber que las cosas muchas veces no salen como uno quiere, eso sí es desconcertante. En estos momentos mi cabeza es sólo un lago de dudas, un mar de confusiones, de preguntas sin respuestas, una atrás de la otra. Ahora sólo pido estar tomando mi té de canela en mi jardín, observando la Luna, las Estrellas, caminando alrededor de mi casa, o simplemente observar las cosas desde mi balcón, y no estar encerrado en esta habitación.
Es en esos instantes cuando más cerca me siento de la pureza de las cosas, sin tener que pensar en todas las cosas que acechan mi tranquilidad. Es en esos momentos cuando siento que hay Una Realidad Aparte, no, no la de Carlos Castaneda con su Peyote, sino una que nace de nuestra imaginación y de nuestro ser, una Realidad Única. Tan única y particular que es complicado de explicar a los demás, que solo nuestra mente puede entender; creo yo que es el único estado mental, como de trance, que nos eleva al máximo y nos da la Alegría que tanto nos hizo falta. Nos eleva a un nivel en el cual todo es color de rosas, todo nos parece meloso, melodioso, lindo, satisfactorio, romántico, estremecedor, pero obligatoriamente Único, como lo es un cálido Adagio en La Mayor cuando estamos a punto de caer rendidos en nuestra cama.
Sí, sí… Todo muy lindo… pero… ¿cómo se llega a esta realidad tan ovacionada? Todo comienza con una leve desesperación de no entender que le pasa a uno, nos formulamos preguntas pero las respuestas parecen no existir. ¿Qué hacemos? Puteamos, golpeamos almohadones, damos patadas en el piso, en algunos casos nos golpeamos la frente o casi toda la cabeza o simplemente nos echamos en nuestra cama intentando ignorar que nos pasa algo. Nada nos calma, hasta que se nos ocurre una posible solución: contactar a nuestros seres más queridos, hincharles las pelotas, contarles lo que nos pasa. Y en eso nos damos cuenta de que estamos abrazados; un abrazo tan cálido y placentero que no queremos que se acabe nunca, nunca. Pasamos horas juntos y esas sensaciones de terror poco a poco se atenúan, desaparecen.
Pero lamentablemente la curación no termina ahí, porque después de ese Momento Único, la depresión reaparece, queramos o no, reaparece. Puede que más marcada, porque ya tuvimos la mente pensando en nuestros problemas, amenos que esas personas hayan hecho un buen trabajo. Al reaparecer nuestra desesperación queremos pensar una nueva solución. Y ésta no es ni más ni menos que realizar las cosas que más nos gusta hacer, porque en el fondo, sabemos exactamente qué necesitamos hacer para estar bien.
Acéptenlo o no, nuestros mejores amigos, nuestros pseudos-hermanos, no siempre son suficientes (si bien, al menos en mi caso, su presencia me complementa el 90%, el otro 10% son las particularidades esenciales que me convierten en lo que soy), puesto que necesitamos también realizar lo que a nosotros particularmente nos haga bien para resolver nuestros propios problemas. Si los amigos son suficientes para algunos, entonces retiro lo dicho. Para completar ese 10% debemos ocuparnos de nuestro ocio personal. Escuchar música, hacer música, escribir, acostarse en una plaza y/o jardín a ver la Luna y las Estrellas, recorrer lugares abiertos, salir a caminar a donde sea; debemos darnos un momento para nuestra paz interior, para reencontrarnos a nosotros mismos, realizar estas cosas con otra persona más, dos como mucho, que sean lo más allegados posible, con los que uno siente que son siameses.
Creo que esas son las situaciones y la Realidad Aparte de cada persona, que a cada uno nos gustaría vivir cada día, sin las rutinas, las obligaciones, sin que el reloj nos corte nuestras citas y sin que el sistema nos tenga con ciertas limitaciones. Cuando una persona llega a esa Realidad Única, es cuando se da cuenta de la Pureza del Ser Humano, de que nuestros problemas son sólo creaciones de nuestro subconsciente y que en algún momento de nuestras vidas todas las personas en el mundo que buscamos un bien común, estamos unidos por medio de uniones energéticas que solo vemos cuando nos encontramos en nuestra VERDADERA REALIDAD.